Confeccionar calzado para adultos es rentable, pero pocos piensan en los infantes, con menos de un año de edad. Allan Cruz no dejó pasar la oportunidad y se hizo cargo de este segmento.
Si su hijo o hija le pide que le compre zapatillas, zapatos y sandalias, tendrá la opción de ir a muchos centros comerciales para elegir variados modelos. Sin embargo, esa facilidad se disminuye cuando se trata de adquirir calzado a su bebé de meses de nacido. Por eso, hace cinco años, Allan Cruz decidió olvidarse de los diseños para adultos y se dedicó a pensar en los infantes.
"Me impresionó entrar a este rubro, pues se invierte poco y se gana lo mismo como si estuvieras vendiendo zapatos para los más grandes", expresa y admite que "raya" en las ventas.
Este próspero empresario recuerda que para iniciar su negocio, al cual bautizó con su nombre, invirtió casi S/. 1,000 soles, y al poco tiempo compró dos máquinas modernas, las cuales le costaron US$ 400 cada una, con las que pudo tener más producción.
"Ahora todo es más fácil, ya que antes me cobraban S/. 20 por docena cada vez que iba a un lado para usar los equipos de otras personas", comenta.
Allan cuenta que a la semana, las principales tiendas de Gamarra le compran unas 20 docenas de calzado para bebés, lo que hace que las ventas al año sean considerables.
Manifiesta que durante la temporada de Fiestas Patrias y Navidad "hay más movimiento", por lo que aprovecha para producir una cantidad mayor de calzado. Pero él no sólo se queda en Lima, ya que periódicamente viaja a provincias para vender su mercadería.
"Todos los 24 de junio me voy a Pucallpa, pues es la fiesta de San Juan y como hay un montón de personas, rayo en las ventas", cuenta y menciona que también tiene sus "caseritos" en Trujillo y Huancayo.
Así que, como le va bien, señala que piensa comprarse un local más amplio en el Rímac, pues precisa que ésta queda más cerca de Caquetá, donde compra los materiales para realizar su producción. Incluso sostiene que construirá su casa al costado, como para estar siempre cerca del trabajo.
Allan indica que al mes invierte unos S/. 1,000 para comprar los materiales. "Como el cuero importado, las plantillas, espuma, entre otros", explica y agrega que su éxito se lo debe también a sus ocho ayudantes.
Precisa que a su equipo le paga por cada docena. Es decir, S/. 6 soles a los que cortan el cuero, S/. 2 soles a quienes marcan las piezas seleccionadas, S/. 18 a los que se encargan de la costura, S/. 12 a quienes operan las máquinas que unen los cortes con la planta y la horma, mientras que a la persona que diseña la planta le paga S/. 10. "No tiene un sueldo fijo, porque es de acuerdo a la producción", recuerda.
Publication: Diario Gestion
Provider: Diario Gestión
Date: December 11, 2007
martes, 11 de diciembre de 2007
Calzado para infantes: Un negocio gracias a los bebés
Etiquetas: Calzado
Juegos Inflables Rebote "Mi negocio no se va a desinflar"
Ella es la causante de que fiesta infantil sea hoy sinónimo de gigantescos toboganes inflables. Ser la pionera le ha significado enfrentar a rivales de toda calaña... y no piensa bajar la guardia
Pueden crecer hasta 15 metros, tener forma de tigre dientes de sable o nave espacial y la música de fondo que siempre generarán estará compuesta por gritos y risas de niños en vacilón total. Inflables, así se llaman estos monigotes de aire y Ana María Felman es el pulmón de Rebote, la empresa líder en este rubro. Ella no hizo la universidad. "Mi papi me llevaba al colegio y en el carro me hablaba de economía, él me enseñó muchísimo. Él me preparó". Con él trabajó diez años, hace 15 ella creó su propia empresa... ¡vaya que valieron la pena las lecciones en el auto de papá!
En 1993 su primer hijo tenía 1 año, y yendo a fiestas infantiles usted descubrió esta oportunidad de negocio.
¡Es que en los santos no había más que un show! Tú ves: los niños juegan, corren, ¡hay mucha actividad en un cumpleaños! Ellos necesitaban algo más, y yo dije: acá hay mercado, ¡y aposté!
Sus clases diarias en el auto de su padre, escuchándolo hablar de negocios, valieron la pena.
Aprendí, y cuando se me presentó la oportunidad me asocié con una amiga y empezamos con muy poquito: con una piscinita de pelotas.
Una piscina que hizo su esposo.
Sí.
¿Pero si su papá tenía una empresa grande y usted trabajaba con él, por qué inició algo diferente?
Porque es una satisfacción personal tener algo propio, ¡y porque me gusta! Siempre me han gustado las relaciones públicas, yo soy superconversadora, me encanta conocer a gente diferente; y la situación ¡se presentó!
Ahora cada semana atiende unos 50 cumpleaños.
También hay temporadas bajas.
Una de las razones de su éxito es la seguridad que brinda a los niños a través de sus inflables.
Seguridad e inversión. Yo, desde que inicié la empresa, desde que tenía tres inflables chiquitos, he invertido. Año a año he tratado de mantenerme como la líder del mercado, y lograrlo --año a año-- ¡es bien difícil!
Le preocupa ser la número uno.
No, ¡a mí me encanta mi negocio! No me cuesta tanto mantenerlo como el mejor porque, las horas que paso aquí, las disfruto.
¿Es cierto que los padres suelen querer alquilar inflables más grandes que los que corresponden a la edad de sus hijos?
Sí, y para eso estamos nosotros: para recomendarles. Pero si el papá pone un juego grande o chico, es porque el niño escoge; él es el dueño de lo que habrá en su cumpleaños, y aquí los chiquitos son bien exigentes. Yo viajo a las convenciones internacionales y debo comprar juegos monstruosos, gigantes respecto de los que compran los otros países porque el niño peruano exige. Si un papá hace un santo más grande que otro, no es por él, sino por el niño.
El afán de competencia.
Puede ser...
Y eso a usted le conviene.
Trato de darle al cliente variedad, una gama de productos para que pueda escoger.
Uno podría creer que su rubro es sencillo: encuentra el mejor inflable del mercado, invierte y los niños caen solitos.
Es que ahora no hay santo sin inflables. Los niños preguntan si va a haber inflables, y si hay, bestial, porque eso significa que se van a divertir. Hoy tú relacionas: santo-diversión-inflables.
¿Santo-diversión-inflables-Rebote?
¡Claro!
Esa es su obra. ¿Cómo lo logró?
A través de años de trabajo. No es fácil, hay toda una logística: movilidades, operarios, mantenimiento constante. Un juego puede trabajar hoy y, si se malogra y mañana tengo un cliente, yo no puedo fallar. ¡Jamás les he fallado en 15 años!
Su sueño es tener un parque de inflables.
Así es.
¿Qué le falta para cumplirlo?
Para que sea exitoso tiene que ser supergrande, y locales grandes no hay muchos, y son muy caros. Tendría que alquilar uno, pero el negocio no da para tanto.
Su primera socia fue su cuñada...
No. Yo comencé con una amiga, y cuando se presentó la oportunidad de comprar los inflables (los primeros que habían llegado al país), le dije: tenemos que invertir 20 mil dólares --¡un montón de plata!-- y ella se tiró para atrás. Entonces busqué a mi hermana Jessica, ¡y con ella apostamos por este negocio! Ana María Rebaza, mi cuñada, me hizo la competencia; y la gente se confundió...
Por el apellido.
Claro, porque ella era Ana María de Felman.
Cuando se hace empresa, cuando está de por medio el dinero, esto muchas veces termina delatando la verdadera calidad de la persona. ¿Cómo es usted: Ana María Felman?
Ante todo, muy sencilla.
¿Es buena empleadora?
Trato muy bien a mi personal. Tienen la camiseta puesta, todos: operarios, choferes, secretarias. Una tiene que estar vinculada con ellos. Yo soy una empleada más.
Terminó el colegio y entró a trabajar con su papá. ¿Alguna vez se sintió menos por no haber hecho la universidad?
No. Es que todo cayó en su momento: entré a trabajar con mi papá ¡y había tanto por hacer! Aprendí mucho. Me metía a un cursito, a otro... No tuve la necesidad. Quizá ahora sí, ahora hay más competencia, pero en ese momento, no; y como he tenido éxito, tampoco me he arrepentido.
¿Cómo fue el inicio? ¿Cómo le planteó a su esposo que le hiciera esa piscina con pelotas con la que empezó?
Estaba con mi socia, en la oficina de mi esposo y, como él es ingeniero y le encanta hacer cosas, nos dijo: "No se preocupen, ¡yo se las hago!". Y como él tiene un taller, la diseñamos y se hizo. Fue fácil.
¿Y sus hijos? ¿Han participado de su crecimiento?
El mayor trabajó conmigo en las vacaciones, fue una buena experiencia para él. Los más chicos todavía están en el colegio, y definitivamente no los voy a poner aquí.
¿Por qué?
Porque hay demasiada competencia y no sé cuánto tiempo más durará este negocio. Ahorita estoy bien, pero no quisiera que ellos pasen por esto. Mejor que estudien y trabajen en lo que quieran.
¿Tan brava es la competencia en su rubro?
¡Bravísima!
¿Qué le preocupa, si a diferencia de otras empresas usted trabaja con juegos de primera?
Los precios. Si yo cobro US$100, la otra cobra US$90 y la otra US$80. ¡En qué vamos a terminar! ¿Sabes cuál es el problema? Que todas son amas de casa ¡y no piensan en el futuro! Bajan los precios, no piensan ¡con qué plata van a comprar más juegos! Así, la cosa va a ir muriendo. Yo las he llamado, hemos conversado, ¡porque la idea es crecer! Pero ellas tienen otra visión. Por ejemplo, cuando voy a una convención y veo un inflable de 20 mil dólares, ¡lo compro! Pero también tengo que cobrar bien, ¿porque si no cómo recupero mi capital?
La idea no es jugar a ser empresaria.
Hay empresas que pasan el año sin tener movilidad propia. ¡Yo invierto! Si me falta otro camión, lo compro. Además, hay muchas informales.
Su sueño del parque propio, entonces, está cada día más lejos.
¡Claro! Y pese a que la economía aquí ha mejorado, ya que te vas a un parque de diversiones en Miami donde la entrada te cuesta 70 dólares ¡y la gente paga! Acá no puedes cobrar más de 20 soles... Habría que acostumbrar al público a que gaste un poco más en diversión. Además, no a todos los padres les preocupa la calidad, muchos alquilan el inflable más barato, ¡sin importar la calidad!
La informalidad está en todas partes: así como hay papás que le compran el DVD pirata al hijo, hay otros que le alquilan el inflable chicha sin medir las consecuencias.
Así es. Ahora último estuve en una convención, ¡no sabes la cantidad de juegos chinos que había! Los desinflabas ¡y el juego se caía! No tenían ninguna protección. Pero eso no importaba, sino que estaban tres veces más baratos. Yo sigo comprando a mis proveedores porque sé que si la luz se va en Lima --¡porque eso pasa!-- sé que mis juegos se van a desinflar leeentamente y no les va a pasar nada a los niños. Y eso es lo que busco: mi tranquilidad.
Pero si así están las cosas, entonces la competencia hará que Rebote desaparezca.
No. Yo tengo mi buena cartera de clientes, que saben de la calidad de mi servicio, de la eficiencia... Yo me veo bien en el mercado.
O sea que podrá estar rabiosa por la competencia, pero sabe que seguirá adelante.
Sí.
Su negocio no se desinfla.
¡No...! Mi negocio no se va a desinflar.
Publication: El Comercio
Provider: El Comercio
Date: December 11, 2007
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